Una visión personal
A mi parecer, cualquier crítica es
subjetiva. Nadie va a pensar lo mismo acerca de un filme. Incluso con obras consagradas,
puede suceder que a algunos les encante y otros no la soporten. Una cosa es la película americana y otra muy distinta, la francesa, que sigue conservando un lugar de prestigio en la cinematografía europea.
Los franceses son más secos, pero pueden expresar los sentimientos de manera deliciosa, cuando llega el momento oportuno. Requiere un espectador "al que le gusten las películas francesas". ¿Por qué a veces no sucede? No lo sé. A mí suelen gustarme. Sus tiempos son más lentos, reflexivos, intelectuales. Suelen ser menos accesibles, algunos no les entienden ni hasta el final. Al diferir de nuestra identidad, resulta menos aceptado. En cambio, Hollywood tuvo la magia de captar la atención internacional. Es el estándar.
Recuerdo buenas comedias francesas, pero hace mucho que no veo una. El humor de esta película en ciertas escenas que se prestan para ser graciosas, es opaco, como si siempre estuviese envolviéndola un manto negro.
La delicadeza - El fetichismo del pelo. |
Recuerdo buenas comedias francesas, pero hace mucho que no veo una. El humor de esta película en ciertas escenas que se prestan para ser graciosas, es opaco, como si siempre estuviese envolviéndola un manto negro.
Quien busque los convencionalismos
de una película estilo Julia Roberts, aquí se equivoca. Esta obra apunta hacia otro
lado. No procura endulzar ni empalagar, ni que el hombre sea un galán. Es más, a
veces hace lo contrario a lo que se espera de un galán. Le cuesta tener valentía,
le teme al rechazo y al dolor, pero lo afronta. Aunque después salga corriendo (es su jefa), y
la deje pensando. Para insistir otra vez.
La delicadeza - Francois, el peso del pasado |
La delicadeza - Un jefe enamorado |
Cuando se va de la cita en la
cena, el jefe, entristecido, de golpe ve que vuelve. Esta escena provoca la
sensación de que se arrepintió y quiere aceptar. Pero, por el contrario le dice
con cruda sinceridad que jamás se sentiría atraída por él.
La delicadeza - Arrebato 114 |
Entonces, para despertar del
letargo en que está sumida, al día siguiente en la oficina, ocurre algo inesperado. Cuando llega un
colega de su equipo, un sueco llamado Markus (François Damiens), que no conocíamos, casi calvo,
mayor que ella y más feo. Inexplicablemente, ella se le acerca y se abalanza
sobre él, besándolo repetidas veces con una enorme pasión que estaba contenida.
Como si hubiese intervenido otra vez ese sexto sentido, llamado “amor
a primera vista".
La delicadeza - Markus y el ramo |
A propósito la película no nos
muestra a Markus antes, cuando pasa a formar parte de su equipo, para provocar una total sorpresa. Pasaba desapercibido, pero de seguro algo resonó dentro de ella cuando empezó a hablarle,
en alguna elipsis que sólo podemos adivinar.
Después se arrepiente de su arrebato, debido a los temores que produce dicha reacción, pero Markus no puede olvidarla y la relación progresa. Todo va tan bien que empiezan a amarse. El jefe, desesperado, quiere mandarlo de vuelta a Suecia con una mejor paga, pero Nathalie prefiere renunciar y dejar el trabajo por él. –No le harías eso a François-, le echa en cara el patrón. Precisamente, Nathalie quiere romper el compromiso que la mantiene sumergida.
La delicadeza - Sorpresa inesperada |
Después se arrepiente de su arrebato, debido a los temores que produce dicha reacción, pero Markus no puede olvidarla y la relación progresa. Todo va tan bien que empiezan a amarse. El jefe, desesperado, quiere mandarlo de vuelta a Suecia con una mejor paga, pero Nathalie prefiere renunciar y dejar el trabajo por él. –No le harías eso a François-, le echa en cara el patrón. Precisamente, Nathalie quiere romper el compromiso que la mantiene sumergida.
La pregunta esencial de la
película es: ¿Por qué Nathalie elige a Markus? ¿Por qué eligió a François? ¿Por
qué no soporta a su jefe? ¿Por qué el amor es o no correspondido? Preguntas abiertas desde siempre,
imposibles de contestar.
Nathalie no puede olvidar el
pasado, sigue comprometida con un muchacho muerto y Markus no puede olvidar el
presente, una vez que ella lo besó. Ella mantiene su llavero del pasado
con una F emblemática guardado
dentro del cajón, a pesar de que tiró todo lo demás a la basura. Es, como
apunta ella, “… un peso imposible de
mover”.
La delicadeza - Dorada juventud |
François era joven y parecían la
pareja perfecta. Al verla por primera vez en un bar, queda deslumbrado.
Y se conocen porque también espera coincidencias en detalles sutiles, antojadizos pero reveladores, y al cumplirse éstos también, rebalsa la copa de las promesas.
Cuando buscamos pareja, no hacemos más que buscar coincidencias.
La delicadeza - Cásate conmigo |
Supone que una mujer tan hermosa
no va a pedir algo tan trivial como un café ni algo demasiado llamativo como un
jugo de frutas tropicales, y se le ocurre pensar que entonces tiene que pedir un
jugo de damascos. Así mantiene su distinción pero guardando la necesaria discreción,
entre tantos tiburones rondando. Es como el hecho de vestir de manera elegante pero sin llamar la atención. Y justamente eso es lo que pide, y por
eso va a hablarle y se conocen. De nuevo el sexto sentido, más allá de toda
racionalidad.
La delicadeza - Boda en la nieve |
-Con François la semana pasa
volando. Una semana sin jueves. ¿Es eso la felicidad?- se pregunta
Nathalie- (Una casualidad muy cruel es
que muere justo un jueves). En una bella escena, él le pide matrimonio
arrodillándose, y ambos después posan como para una postal, vestidos de blanco
entre la nieve, acompañados por una melodía. Es un muchacho dulce y lírico, con
ocurrencias graciosas. La trata con delicadeza. ¿La delicadeza te
vuelve débil? ¿Por eso la idea de que muera? ¿Yerba mala nunca muere?
La delicadeza - Sólo cerveza |
Markus, en cambio, le hace
recordar a su padre que sólo toma cerveza ligera (no vino tinto como su jefe, que se embriaga).
Con él se siente protegida. Después del golpe brutal que le dio la vida, busca
amparo. Le confiesa que le tranquiliza notar que siempre él conserva un estado
de ánimo bueno y estable, que eso la contiene. ¿Hace mal en buscar algo paternal
en una relación?
Y Markus también es gracioso y poético.
Otro hombre
sensible, de perfil bajo, sin demasiada ambición. No puede creer ser tan afortunado.
Se vuelve torpe. Se lleva por delante una puerta, se queda afuera de su
edificio, y se rocía con perfume cuando ella lo invita al teatro por
computadora.
Inserta el emoticón equivocado (de demonio) para aceptar, aunque trata desesperado de corregirlo por la carita del bueno sonriente. Hay una persistente
cortesía y cuidado mutuo. Piensa en ella, imagina lo que estará haciendo.
Otro juego como el que hacía François en el bar.
Y también sufre por culpa de su delicadeza,
de su amabilidad, que permite que se confíen y lo humillen.
Porque la novia es su propia jefa, y porque no es tan atractivo (tampoco es como para exagerar tanto). Ya sea un
desconocido que quiere invitarla con una copa, aunque esté Markus con ella, o
su amiga en una reunión en la casa. –Quieren que estés sola. Se aprovechan de mi
amabilidad- se queja. Creo que se comete el error de reiterar demasiadas veces esta situación de humillarlo. Quizás el personaje de la novela requiera a alguien menos favorecido (me recuerda a la historia de Cyrano de Bergerac).
La delicadeza - La primera mañana |
También es un hombre vulnerable, que se conformó con vivir solo, y teme ser herido por una mujer que considera superior a él, y por eso la pone a prueba. Usa los consabidos celos, regalándole un hermoso ramo de flores a Chloe. Pero en realidad, Nathalie está desesperada por él.
La delicadeza - Volver a nacer |
Markus provoca el milagro de hacerla renacer de sus cenizas y
vuelve a bailar sola y con alegría en una discoteca, en compañía de su amiga. A pesar de que él sea de un país extraño, de Suecia (no comprende cómo puede
gustarle determinada canción). Y a pesar de los arenques. El mismo admite no soportar su propio país, ni siquiera sus galletas. Prefiere a la dulce Francia.
El jefe, desconcertado, lo cita para tratar de
descubrir los motivos:
-Le gustan los tipos delicados… ¿Por qué la amas?
-Porque hace que yo sea la mejor
versión de mí mismo- le contesta Markus.
-Encima, ¡sos poeta!... ¡Un puto
poeta!
Y él lo ayudará, pese al insulto,
a tomarse un taxi cuando esté ebrio, mientras el jefe en vez de agradecerle, le reprocha
su inalterable amabilidad.
Palabras como postre y café se toman con doble sentido, y los dulces rememoran la infancia. Su jefe la pone incómoda. Nathalie no
soporta la presión ni la manipulación. Seducirla es difícil porque selecciona con excesivo cuidado. No es materialista y busca a una persona generosa.
La delicadeza - Haremos un niño ahora |
Hay una especie de relación
mágica entre los números de casos judiciales y los sucesos sentimentales. El
114 se convierte en una cábala, porque cuando lo mencionan, es cuando besa a Markus.
También le temían a la mala suerte
cuando celebraban su compromiso con François, evitando que se crucen las copas al
brindar. O cuando ella sube al ascensor y se asusta porque funciona mal. Siente que la fatalidad está más presente de lo que uno cree.
La delicadeza - Del ascensor a la oficina |
Antes de que todo sucediera,
trabajaba con su amiga en un teatro para venderles el programa de la obra a los
espectadores que acababan de ver la función. Y ahí se divierten parodiando y auto-parodiándose por lo que son los actores. Ella
alega que: -Los actores son
insoportables. Están actuando todo el tiempo. No tolera la falta de
sinceridad. Y vuelve a jugarse con la relación que hay entre la realidad y la
ficción.
En el momento de la tragedia, se
pregunta si no habrá sido ella la que, sin querer, de alguna manera arregló su
destino. “Encerrarme para siempre en mi
dolor”. El jefe, cuando de improviso vuelve a trabajar, sólo piensa: -El dolor la vuelve más bella.
La delicadeza - Una vida vacía |
El padre de Nathalie es americano
(se apellida Kerr), y los franceses con los americanos no se llevan muy bien.
Cuando ella le pide a Markus que la olvide porque estaba soñando despierta, me
causa gracia la respuesta que obtiene: -Hablas como americana. Mala señal.
Las respuestas de Markus, lo que él le dice, son lo que revelan su mundo interior, su particular percepción de la vida, detrás de su fachada poco atractiva.
Sus deseos se manifiestan en
tomas ralentizadas, como cuando admira su nuca. –Me
iría de vacaciones en tu pelo- le dice. Y toma la iniciativa besándola e
invitándola a cenar, pero luego huye como un chico, lo cual le da más certezas
a Nathalie de que, de veras, no quiere hacerle daño. No soportaría otra
desilusión. A diferencia de las demás, su trauma le exige una garantía
absoluta. Las huidas ridículas de Markus indican heridas y Nathalie sabe lo que significa vivir con ellas. Busca otra alma con cicatrices.
La delicadeza - Los chismes de Chloe |
Las bandas sonoras francesas
nunca fueron buenas pero la letra es atinada. Un romanticismo de antaño, olvidado
por la época que vivimos. Ingenuo, genuino. Sin cursilería ni sexo. Donde se abre el corazón. Y no
faltan las amigas, con lo bueno y con lo malo, buenas confidentes pero también
chismosas, criticonas y celosas.
En la casa, Nathalie no sabe
preparar ni un buen café y los paquetes de galletas están vencidos. En su dominio
privado, la depresión sigue reinando.
La secuencia final es maravillosa. Es lo mejor de la película. Después de hacer el amor (en otra elipsis), lo lleva al jardín donde pasó gran parte de su vida y donde, de niña, jugaba a las escondidas.
La delicadeza - El jardín de las delicias |
La secuencia final es maravillosa. Es lo mejor de la película. Después de hacer el amor (en otra elipsis), lo lleva al jardín donde pasó gran parte de su vida y donde, de niña, jugaba a las escondidas.
Él le propone jugar y mientras busca
dónde ocultarse se imagina a todas las Nathalie que habitaron allí, con sus diferentes
edades y corazones. Y espera que al final de todo ese recorrido espiritual y azaroso,
ella finalmente lo busque y lo encuentre. A pesar del dolor y de la madurez, necesitan conservar
parte de la inocencia. En esa secuencia, una voz en off lee un fragmento del best-seller en que se basa el film, escrito por el mismo director.
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