viernes, 24 de mayo de 2013

Titanic (1997)




Reconstrucción del barco

 y de época

La película de Cameron reconstruye de forma impactante e inédita al barco y sus lujosos interiores con el contexto social de su época aunque de manera crítica y superficial, y al posterior accidente y proceso de hundimiento. El transatlántico condensa un micromundo.
Nadie en versiones anteriores había logrado tanta espectacularidad y realismo, sacando provecho de los novedosos aportes técnicos. Algún experto de la época quizás pueda encontrar anacronismos y contradicciones. Y ya sabemos que siempre lo contemporáneo se cuela en muchos aspectos. Por ejemplo en la conducta ultra rebelde de Rose, que fuma con boquilla, desafía con temas inconvenientes y no se reprime. 


Un navío espectacular


La trama central y el entorno

Es cierto que todo está subordinado a la historia principal, una historia ficticia y convencional acerca del amor improbable y perfecto entre dos jóvenes de distinta clase social, para público con preferencia femenino y adolescente. Pero por momentos toma protagonismo el dramatismo de los sucesos. Y ese es el punto fuerte de la película.

La princesa y el mendigo



Mitos, omisiones y

controversias

Algunas instancias son discutibles, quedan pocos testimonios fiables. No se sabe si se ordenó la reversa, si el barco se levantó con un ángulo menor y se partió casi bajo el agua sin que nadie lo advirtiera, o si se inclinó más, luego se partió y la sección de popa adoptó la posición vertical. Cameron eligió obviamente esta última posibilidad por ser la más provocativa. Recién cuando Robert Ballard descubrió sus restos bajo el mar en 1985 se supo que en efecto se había partido en dos secciones.
También es verdad que nunca la compañía que lo construyó afirmó que era insumergible, sino que tenía avanzadas innovaciones de seguridad en el casco de doble fondo dividido en 17 compartimentos estancos con compuertas controladas eléctricamente desde el puente. Ese mito se construyó después. De sus gemelos, el Olympic, y luego el Britannic, convertidos en buques hospitales para tropas y hundido el último durante la 1º Guerra Mundial en Grecia, nadie se acuerda.
Por motivos de metraje se dejaron de lado eventos importantes, como la falta de respuesta del Californian que se encontraba a 15 km, y que antes intentó avisarles del peligro. A eso se debe que después lanzaran bengalas con desesperación, aunque no se tomaron en cuenta por no ser del color acostumbrado para pedir auxilio.


Un navío agonizante


La catástrofe: 2º parte

 de la película


Me parece muy buena la reconstrucción del choque, son segundos angustiantes donde se muestra lo complicado que es tratar de detener y hacer virar un barco de semejantes proporciones, con un margen de tan sólo 500 m, y viajando a 22 nudos, unos 48 km/h. Las hélices, la rotación de los motores, el fatal error de detenerlas para invertir el movimiento, el hecho de bajar la presión del vapor y cerrar los hornos por parte de los fogoneros. Da cuenta de una tarea imposible y desmesurada, y de una decisión que demoró el giro y mantuvo al barco desplazándose con  el mismo rumbo hasta empezar a doblar cuando ya era demasiado tarde.
En ninguna película se había mostrado la inundación tempestuosa del salón con la gran escalera y el reloj, deteniéndose a las 2:15, ni la enorme cúpula resquebrajándose bajo cataratas impetuosas de agua, ni a los comedores de 1º clase con las mesas y vajillas flotando entre tintineos. Debe ser algo muy costoso para cualquier producción.
En versiones anteriores, se conformaban con mostrar las cubiertas y escaleras del fondo anegándose, y con el descenso y la progresiva inundación de la proa, con todo el mobiliario y los platos de la cocina cayéndose cuando se inclina, como por ejemplo en Una noche para recordar (1958). A lo sumo irrumpe una gran ola en la entrada al salón antes de cortar la secuencia. Versión británica casi documental, que falseaba el comportamiento errado de los oficiales durante la evacuación y que no mostraba a los muertos (quizás por censura). Ha quedado relegada por sus pocos recursos.
Naufragio en aguas heladas


Un drama de folletín

A toda película de época le corresponde un drama de época, y los dramas ambientados en barcos siempre se prestaron a ser tramas melodramáticas de alcoba para público femenino. Los varones las toleramos si las vemos con nuestras mujeres, preferimos las escenas de erotismo.
Se vuelve a fórmulas anticuadas. Late la ideología de que el rico es codicioso, frío y maligno como Cal, el que le quitó los recursos a todo el que pudo, y el pobre, bueno, digno y respetuoso, que pinta a las pobres prostitutas y mujeres que viven en la miseria en sus bocetos, y aún les encuentra valores humanos. (Tú sabes ver a la gente -le dice Rose). Así la pobreza resulta dulcificada y no un problema urgente que atender.
Un maniqueísmo conveniente, acorde al mensaje que quiere escuchar el público. Semejante producción necesita de taquilla, no pueden correrse riesgos. Ni mucho menos otro baldazo más de agua fría por culpa del galán. Así que la impronta de la película es enteramente comercial.
Yo siempre gano


Jack: Un héroe ejemplar

Lo que trata de hacer creíble la historia de amor es la excusa de que Jack tiene un gran carácter, un idealismo, una corrección y un talento artístico increíble, y Rose tiene sus mismos gustos, adora al impresionismo y a la vanguardia europea. El tiene un desprendimiento y una generosidad propia del virtuoso y de un redentor (Si tú saltas, yo salto ¿?). 
Casi pasas por un caballero

Redentor porque le salvó la vida, la amó y la alentó en su lucha por la libertad. Y ella le salvó la vida una vez para no ser menos.
Es un pobre “muy educado y cristiano”, un bohemio que estudió en París. Aunque descree de la religión, la  percibe como una mera superstición que entorpece y no soluciona nada. Así al sacerdote que recita la plegaria antes del fin, le pregunta si podría caminar más rápido por ese valle de lágrimas cuando todos huían hacia la popa.
Es un caballero oculto. De otra forma, Rose y Jack nunca hubieran podido entenderse. Así vuelve más creíble la unión que traspasa las barreras sociales. No hay ningún criminal, ningún malviviente cerca. Ni se vengan sus contrincantes, cuando Jack gana la partida de póquer en Southampton que le permite conseguir los pasajes.
En la cena cuando lo invitan al salón y la madre-bruja lo cuestiona, él sale ganando, mientras muerde con torpeza un pedazo de pan. 
Una época orgullosa


Un cuento de hadas

Es el relato propio de los cuentos de hadas ingenuos e infantiles o de los mitos épicos, que procuran las emociones fuertes y la impresión, sin pensar demasiado. Con la bruja y el villano, el príncipe disfrazado de mendigo, su princesa y el tesoro escondido dentro del palacio, que en este caso es uno flotante. Con final triste.
Con criados, mayordomos matones y amos de etiqueta en sus salones de baile y comedores, formales y aburridos, generalmente usados en las películas de antaño.
Nos remite a la infancia, a una epifanía. Y a esos diálogos llenos de lugares comunes, relegados generalmente a las tiras televisivas o a las comedias románticas y musicales, de conversaciones plácidas y  "demasiado perfectas" entre los protagonistas, donde los héroes no tienen ninguna zona oscura, y tras la aparente cortesía de los ricos, late la brutalidad. (Casi pasas por un caballero – le dice Cal).

Rey del mundo

Neoliberalismo y

 desigualdad

Se rodó en 1997, en pleno neoliberalismo y la crisis del 2009 tardará todavía una década más en llegar. La fiebre especulativa, el capitalismo salvaje y los problemas sociales iban en aumento en muchas partes del mundo. Justamente lo que más sobresale en el film es su denuncia sobre la injusticia derivada de la desigualdad de clases.
Dicen que no es cierto que a los pasajeros de 3º clase se les impidiera salir. Aunque por tradición, siempre a los pobres se los ubicó abajo, por si el barco se hundía, y las estadísticas no mienten. Así les resultó más difícil llegar a tiempo.

Irlandeses abajo

 Extremos que se tocan

Una lectura psicoanalítica nos hace pensar que esta nave infame padece un trastorno bipolar, que arrastra a todo el pasaje. Una historia con una primera parte maníaca, donde cualquier cosa es posible y el barco es insumergible (Soy el rey del mundo, grita Jack o Ni Dios podría hundirlo, según Cal) y un final depresivo, que se ahonda cada vez más hasta terminar en el marasmo y la muerte helada.
Este contraste es lo que tanto nos atrae y lo que descarga toda nuestra adrenalina. El naufragio simboliza la depresión y al partirse, el quebranto espiritual y el estertor final de una agonía. Luego no es más que un cadáver que se precipita despedazado. Es el paradigma que agotó el tema de los naufragios, que por eso casi nunca aborda el cine, salvo en el género bélico.


Amor y muerte

También la proa y la popa esconden su simbología. La proa es el símbolo del futuro lleno de promesas, del amor y de la vida (¡Estoy volando!, dice Rose o Veo la Estatua de la Libertad, -señala Fabrizio, el inmigrante italiano). Las escenas románticas son subrayadas por la almibarada banda sonora que interpretó Céline Dion.
La popa, por el contrario, es la muerte, el trasero grandote. El lugar del suicidio fallido y su inverosímil rescate (tantas veces visto en las cornisas en las alturas) y resulta ser de carácter profético cuando es el último espacio que queda para esperar la caída en el mar (Jack, ¡Acá es donde nos conocimos!, descubre con atino Rose). Eros versus Thanatos.
Aguantar el mayor tiempo posible


El Diluvio Universal:

un castigo a la prepotencia

El infierno viene desde abajo y va subiendo, un infierno que va ganando terreno en forma gradual, que conjuga agua y fuego en las calderas y empieza a inundar las secciones inferiores como un Diluvio, pero al revés. Una carrera contra reloj, de apenas unas 2 horas. 
El auto en la bodega es un escondite provisorio donde consumar el amor, que culmina en el detalle de Rose estampando su mano en el vidrio trasero. Cuando suben a cubierta  ese refugio desaparecerá, ahogando a sus perseguidores. La cúpula del salón es el Cielo, que termina cediendo cuando todo está por terminar.
Infierno subterráneo de agua

Juramento y trucos de

folletín

Es clásica la decisión de la pareja de querer escaparse juntos cuando lleguen a Nueva York, justo antes de que suceda el desastre. Una serie televisiva de 1996 repetía la misma fórmula con Catherine Zeta Jones y Peter Gallagher. Es la expresión del fatalismo, de pagar injustamente por los errores de otros, que sin querer destruyen destinos ajenos.
En cuanto Jack gana y Rose decide irse con él, ocurre la tragedia: la 2º prueba de fuego, la imposible. Hasta pusieron el malicioso detalle de que los vigías se distraían por mirarlos besándose en cubierta, cuando el témpano ya estaba frente a ellos.
Muchas incidencias son verdaderos traspiés para generar situaciones conflictivas, pero el público los perdona con tal que la película mantenga su ritmo y sea entretenida. 
Por ejemplo, cómo es posible que Rose se atreva a ir a su suite con Jack para avisarle a Cal de la emergencia, si Cal ya sabe que posó desnuda para Jack, y habiéndole dejado el retrato y el collar con semejante mensaje dentro de la caja fuerte (Ahora puedes tenernos a los dos aquí adentro), referencia a que Cal siente que todo es cuestión de ganar y de poseer lo que sea a cualquier precio.

Poseidón y la princesa

Infierno en el barco

Siguen peripecias propias del cine catástrofe de los 70, que es a mi juicio lo más flojo del film. Da muchas vueltas y escapatorias, casi sin salida. Deben bajar por pasillos que se inundan, hachar esposas, romper rejas, ella abandona un bote salvavidas dos veces, deben huir de los disparos de Cal (otro exceso propio de los novelones), bajando de nuevo al comedor para quedar atrapados tras las rejas otra vez, encontrar el manojo de llaves bajo un torrente, sin saber bien cuál es la que las abre, y salvarse en el último respiro. En medio de luces que amenazan chisporroteando antes de apagarse.
Parece La aventura del Poseidón. Es que Cameron en realidad es bueno para la acción frenética y lo espectacular. Ya lo había demostrado con la hiper-actividad de El abismo.
Y la disposición al sacrificio y a dar la vida es francamente irrisoria. Muy pocas mujeres quisieron morir con sus maridos, aún sin tener hijos que criar. Lovejoy, el matón, (nombre muy bien elegido) está tranquilo y desaparece de escena.
No puedo culpar a Bruce Ismay por querer salvarse, a quien muestran como un cobarde y un arrogante. ¿Qué hubiera hecho usted en su lugar? Ordenarle a alguien que tiene que morir es fácil, cuando uno está del otro lado de la pantalla. Tampoco tenía disciplina naval. 
Un pintor malvenido







El Paraíso


El collar:

 el símbolo más importante


El collar del rey y el corazón

El collar con la esmeralda pesada, que era de Luis XVI antes de que le cortaran la cabeza, llamada con acierto el Corazón del Mar, no les despierta apetito. A Rose le hubiera facilitado las cosas venderlo para empezar de nuevo en Nueva York. Un desprecio irreal al materialismo.
En realidad la joya representa los deseos del corazón de Rose. Obsequiado por Cal como regalo de bodas como si el amor pudiese comprarse (Ábreme tu corazón -le suplica). Ella lo utilizará para seducir a Jack. Despierta tanto odio en Cal que lo usa como excusa para matarlo, acusándolo de robo y de aprovechador. Así que para él tiene un doble valor simbólico: uno material y otro dramático. Luego Cal se lo guarda en el saco y se lo da sin querer a Rose (un acto fallido de reconciliación) para que suba al bote, y  lo pierde para siempre cuando ella vuelve de nuevo al barco.
También es el móvil interesado de la expedición que explora los restos, y  la anciana Rose en secreto viaja hasta allí, no para brindar datos sobre cómo recuperarlo, sino para dejarlo caer al fondo del Atlántico Norte. Siente que ese amor sólo le puede pertenecer a Jack y al lugar donde murió para salvarla. Así cierra con un broche de diamantes una historia de amor inmortal. Con su muerte, quedan en el recuerdo la juventud y los gestos heroicos de Jack. Pervive limpio, sin ninguna contingencia que pueda mancharlo.

Humor con hipotermia

Tensión y distensión.

Rebeldía con vulgaridad.

También es difícil creer que Jack tenga ganas de decir sarcasmos contra la White Star Line mientras su sangre se está congelando. Este recurso es usado también por Spielberg durante las peripecias imposibles de sus héroes, sobre todo en la saga de Indiana Jones con Harrison Ford Minority Report con  Tom Cruise (mírela, si no me cree). Para distender se entrometen elementos de comedia en momentos espantosos, para que el público sienta que de todos modos, es sólo una película, pero bajo el riesgo del ridículo.
Es de parodia el grupo de indios balbuceando en medio del caos (India formaba parte del Imperio Británico), o cuando Rose le escupe con fuerza a Cal al abandonar a su madre en el bote, de la misma forma en que le había enseñado Jack. O el gesto obsceno con su índice ( Fuck you! )  cuando logra escaparse de Lovejoy con Jack en el ascensor. O cuando el mozo protesta: Eso es propiedad de la White Star por la puerta que rompen y le gritan: ¡Cállese! 
Eso no es todo: cuando Rose le increpa al ascensorista, aparte del golpe en la nariz propinado a un camarero espantado, que quiere arrastrarla y huye. Todas, expresiones de vulgaridad que ni en los peores momentos, la alta sociedad se atrevería a utilizar. La música irlandesa subraya los momentos alegres y rebeldes.
Rose, en su rebeldía, empieza a incumplir las normas de su clase, que la asfixia y le quita la libertad y por eso agrede con gestos vulgares que resultan graciosos, y que imita de Jack, porque comparte que no se merecen tal respeto.

Intrépida jovencita


La burguesía, 

disfraces y ritos.

La clase alta, por el contrario, escucha música clásica exquisita, usa la prepotencia culta, la petulancia y la represión policial mientras mira para otro lado, con golpes, esposas y armas de fuego. Tiene algo en común con lo vulgar y es lo desagradable que resulta ver cómo pisotean los derechos ajenos usando sus ventajas, por ejemplo impidiéndoles el acceso a los mejores lugares del barco, obligándolos a convivir con las ratas. Ni siquiera querrán mezclarse en los botes.
Una de las mejores ironías es: Esto es primera clase, música para ahogarse. Y la banda sigue tocando, hasta llegar al melancólico  Near my God to Thee, que me pareció tratada de una forma muy cursi. Tuvo mejor fortuna cuando la cantan a coro los que quedan  a bordo en la versión que protagonizaran Barbara Stanwyck y Clifton Webb en la versión de 1954, aunque sea mentira que eso haya sucedido.

La música para ahogarse

Un espectáculo ambiguo

La demás gente que perece no nos importa mucho, es el dudoso espectáculo de la muerte. Termina creando un efecto de saturación, que acaba con nuestra capacidad de conmovernos. 
Una destacable excepción es la mujer con un niño en brazos que le pregunta al capitán a dónde debe dirigirse cuando ya no hay más botes que soltar, y la expresión que le devuelve Smith cuando no le responde nada, para luego entrar al puente donde espera inmolarse. El ingeniero Andrews espera la muerte en el salón, junto a otro reloj (otro símbolo recurrente).
Se imponen los efectos especiales, la nave devenida en tobogán y luego en torre con baranda superior. Cuando los desamparados gritan en el mar, el lamento es aterrador.
Al volver el silencio, uno de los botes vuelve para rescatar a los pocos sobrevivientes. Rose sobre una madera tararea en la soledad inmensa del océano una canción tonta, bajo un cielo rebosante de estrellas. Jack está muerto y ella oye, como en  un trance, los ecos de los llamados distorsionados de quien conduce el bote. Es una escena sobrecogedora.

Tarareando en el cementerio

El final feliz

Me parece ocurrente el final del cuento. En mi opinión la muerte de Rose y su reencuentro con Jack bajo la cúpula, ambos jóvenes otra vez, junto a todos los que ya murieron en ese pequeño Paraíso. Se abrazan  y se besan, mientras todos los aplauden. Es el happy end que había quedado postergado.
Evoca aquellas historias de romanticismo auténtico, que de veras contenían ese espíritu, esa ilusión del amor que logra trascender las fronteras de la muerte, como lo canta en la canción My heart will go on. Fantasía olvidada en estos tiempos descarnados que corren. Recordemos sino a las versiones de Cumbres borrascosas o a Vértigo de Alfred Hitchcock.


Proa al futuro


Viaje al pasado

La introducción mostrando los restos deshechos y a la última anciana superviviente es fastidiosa. Encima con actores no profesionales, con un gordo vulgar (pero técnico en vez de pobre) y un carilindo frío y codicioso, a quien no le importa el drama vivido. 
Por eso el pasaje del presente al pasado es estupendo. Mostrado en una transición muy lograda desde sus ruinas, nos transporta al barco flamante, a punto de zarpar en ese mediodía inolvidable del  10 de abril de 1912. Al final, la anciana dirá una frase que adorarán las mujeres: El corazón de una mujer está lleno de secretos (¿un corazón como el collar?).


El hada madrina recuerda el pasado 


El fin de una era

La época es justamente el tramo final de la belle époque. Una sociedad basada en la hipocresía (¿No fue siempre así?) y el puritanismo victoriano, donde me pareció muy acertado detenerse en esa madre en el salón de lectura, que le enseña a su hija las prendas íntimas que tendrá que usar para su próxima boda, arreglada por conveniencia.
Dos años después comenzará la Primera Guerra Mundial y todo el orden establecido por los burgueses se tambaleará. Estos gigantes eran construidos no sólo para competir con la Cunard Line que era la rival británica, sino contra el Imperio Alemán, que pretendía ocupar el primer lugar en la carrera naval con barcos y submarinos.

La insumergible Molly Brown



Revolución en ciernes

Se hacen referencias a famosos subversivos que todavía no lo eran tanto, como Freud con sus ideas sobre la sexualidad o Picasso con su vanguardia. El cuadro de Rose es nada menos que Las señoritas de Avignon, exponente que inició el cubismo.
En cuanto al tamaño, es cierto que la Revolución Industrial lo magnificó todo, desde la producción a las construcciones, como demostración de una inusitada acumulación de poder y de capital (que tiene que ver con lo masculino). A fines del siglo XIX trajo al telégrafo sin hilos, la electricidad y al motor de explosión con sus autos y pozos de petróleo que volvieron millonaria a la torpe Molly Brown (Kathy Bates). La única rica que se muestra compasiva, por haber sido humilde (otro estereotipo).

Propaganda anglofóbica



Hitler y el Titanic

Una película nazi sobre el barco pretendió ser una propaganda encarada por Goebbels en 1943, contra la codicia inhumana de los ingleses. Mentía con descaro, alegando que la White Star exigió un récord de velocidad porque estaba en bancarrota. Nada más lejos de la realidad. 
El director de la película fue asesinado por las SS por hacer malos comentarios sobre la Wehrmacht (las fuerzas armadas hitlerianas que actuaban en el rodaje), después de ser denunciado por el guionista. Lo encontraron ahorcado en la cárcel. 
Apenas pudo exhibirse en la París ocupada, porque los alemanes estaban perdiendo la guerra bajo incesantes bombardeos de los aliados y pensaron que su efecto sería contraproducente. Muchas de sus escenas se usaron en versiones posteriores. Fue la producción alemana más cara de la época.


Sólo un producto comercial

Con este material, ¿se podrá hacer alguna vez una obra maestra? Difícil. El productor Selznick se lo pidió a Hitchcock en la década del 40, también para levantar la moral del pueblo durante la 2º Guerra Mundial, pero el proyecto no pudo concretarse.
El género catástrofe ha sido desde siempre muy poco agraciado. Basa su impacto en efectos especiales, muertes masivas y lugares comunes. Creo que la obra maestra depende de otras cosas, de dramas personales más profundos, de focalizar en una historia y no en varias, paralelas y remanidas, y que tengan que ver con conflictos humanos inspirados y auténticos. Que provengan de nuestro interior.
O tal vez recurrir al documental ficticio, aprovechando las últimas investigaciones realizadas de una manera más exhaustiva, centrada en los hombres que intentaban demorar el colapso y donde los dramas personales son dejados de lado, porque en situaciones límites de supervivencia, todos los olvidan.

Catástrofes poco convincentes

Una superproducción

que dejó huella

Muchos pensaron que la película sería un fracaso. Las historias de amor idealistas han dado paso al sexo, a lo realista y bizarro y a la traición. A Cameron le costó mucho convencer a los financistas. Tuvo que construir una réplica del barco en un terreno comprado especialmente con esa finalidad en la costa de Baja California, en México. 
En muchos sentidos, la película es el recuerdo de un género cinematográfico perdido. El público lo acepta si rememora al pasado. Como esas superproducciones épicas que trascendieron porque se subliman los deseos y miedos más universales. Es un fenómeno popular, aunque a los intelectuales y a los escépticos les duela.

Yo soy el rey


 My Heart Will Go On

Songwriters: Horner, James; Jennings, Will;

Every night in my dreams
I see you, I feel you
That is how I know you go on


Far across the distance
And spaces between us
You have come to show you go on


Near, far, wherever you are
I believe that the heart does go on
Once more you open the door
And you're here in my heart
And my heart will go on and on


Love can touch us one time 
And last for a lifetime
And never let go till we're gone


Love was when I loved you 
One true time I hold to
In my life we'll always go on


Near, far, wherever you are 
I believe that the heart does go on
Once more you open the door
And you're here in my heart
And my heart will go on and on


You're here, there's nothing I fear 
And I know that my heart will go on
We'll stay forever this way
You are safe in my heart
And my heart will go on and on



Vídeo de YouTube



















Mi corazón seguirá adelante
(Traducción ligeramente adaptada)

Cada noche en mis sueños
Te veo, te siento
Así es cómo sé que sigues más.

Lejos tras la distancia
Y espacios entre los dos
Viniste a demostrarme que sigues más.

Cerca, lejos, donde sea que estés
Yo creo que el corazón sigue más
Una vez más abres la puerta
Y estás aquí en mi corazón
Y mi corazón seguirá más y más.

 El amor puede tocarnos una vez
Y durar toda una vida
Y nunca dejarlo hasta morir.

El amor fue cuando te amé
Una verdadera vez a que me aferré
En mi vida siempre seguiremos más.

Cerca, lejos, donde sea que estés
Yo creo que el corazón sigue más
Una vez más abres la puerta
Y estás aquí en mi corazón
Y mi corazón seguirá más y más.

Estás aquí, no hay nada que temer
Y yo sé que mi corazón seguirá más
Permaneceremos siempre así
Estás a salvo en mi corazón
Y mi corazón seguirá más y más.