Gladiador (2000) de
Ridley
Scott hizo resurgir en la década pasada el género del
péplum
(llamado así por la prenda consistente en un pantalón corto que usaban los
romanos), de las que sin duda la protagonizada por
Russell Crowe fue la mejor. Uno de sus elementos más destacables es el guión, que contiene
frases memorables y filosóficas. De una metafísica perteneciente al estoico. Sin duda, fue un portentoso intento por reflotar un género olvidado, aprovechando los nuevos recursos técnicos.
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La guerra es un circo |
¿Qué es un gladiador? En mi opinión es alguien que mira a la vida desleal a los ojos, aunque le haya escupido la cara y destrozado sus sueños y sepa que le envía la muerte sin ninguna promesa. Eso es lo que fascina de su imagen temeraria. Poder resignarse con altura y saber perder con dignidad. Aceptar que el instinto de conservación es para ganar tiempo, sean horas o segundos. Las posibilidades de salvarse son prácticamente imposibles.
El héroe cree en los ideales, la justicia, la vida sencilla y familiar,
le disgusta la política (se resalta su desagrado por ella). No desea el poder ni perdona la traición. En los momentos difíciles, siempre se intenta resaltar la fortaleza y la templanza. La intención es moralizante, aunque el público sepa que el mundo es injusto y no repara los crímenes como debería. Aquí hay un final
donde hace justicia con sus propias manos.
La historia de
Gladiador es ficticia. Se basa en personajes reales pero la historia fue alterada para potenciar sus efectos dramáticos.
Marco Aurelio no fue asesinado por
Cómodo, y éste moriría estrangulado en su bañera, después de todas sus locuras y excentricidades. Es delirante pensar que el mismo emperador muriera en el
Coliseo delante de toda su plebe. Es cierto que combatió como gladiador ahí y siempre ganaba, pero lo más probable es que sus rivales fuesen drogados o estuvieran peor armados.
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El último deseo |
El general
Máximo existió pero su procedencia (de Trujillo, España) y biografía es distinta, si bien era común que los genios militares ocupasen el puesto de emperador. Es una mezcla de grandes figuras, de generales que llegaron a ser emperadores, como
Trajano o Adriano y de gladiadores heroicos como
Espartaco, aparte de recordarnos la particular locura de muchos emperadores como Nerón o Calígula. Yo, Claudio, la novela de
Robert Graves y la serie televisiva que se adaptó en los años 70, es un antecedente similar.
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Cómodo - La crueldad habitual del César (Joachim Phoenix) |
Máximo tiene la ventaja de
poder hacer justicia delante de un pueblo que lo admira. No es sólo el consuelo de esperar otra vida, quizás inexistente. Como le dijera Próximo,
no se triunfa por ser el mejor, sino por ganarse a la gente. Es un
superhéroe "con altura", al aparecer en un contexto histórico revestido de las bases culturales de Occidente con alusiones interesantes y verdades universales. Y e
n vez de capa para volar, usa máscaras de hierro y escudo con espada. Sangra, sufre y resulta más humano.
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Roma merece la muerte de un buen hombre |
¿Por qué la plebe disfrutaba con la crueldad? Pienso que
era muy desgraciada, y siempre es mejor entonces
disfrutar con el sufrimiento del que está peor, del esclavo, alguien considerado indigno y enemigo del pueblo romano.
Máximo termina como esclavo porque se ve obligado a escapar de su propia Legión, y entonces todos creen que es un desertor. Además, se trataba de la forma usual en que sobrevivía una civilización en un mundo que se abría camino, sin saber hacia dónde (como siempre).
Es una
fantasía histórica donde el autor parece haberse propuesto imaginar qué hubiese pasado si un héroe legendario salvaba a Roma del emperador Cómodo a tiempo y la convertía en República, deteniendo así la decadencia política que sobrevino hasta su caída definitiva en manos de los bárbaros tres siglos después.
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Tríptico del héroe que nunca existió |
Es una super-producción ambiciosa y soberbia. Sin duda, perdurará como un clásico. Se sale de los lugares comunes del género, se adentra y perfecciona. Para lucimiento de su protagonista, pero con profundas reflexiones sobre la
codicia, la adicción destructiva por el poder, la lucha entre la inmoralidad y la virtud en un combate desparejo y desgarrador.
Los rivales tienen diferentes concepciones sobre la vida, el amor y el honor. Cómodo tiene
miedo. Siente un constante sentimiento de desamor, debido tal vez a la imposición de
hacerle sombra a un gran emperador como su padre (que apenas podría criarlo).
Desde que gobierna, trata de superarlo pero carece de virtudes.
Su falta de condiciones y el menosprecio de su padre lo impulsa a la
venganza. De esa manera,
afianza el odio de los demás que tanto teme y alimenta un
círculo de maldad en su contra que no se detiene hasta lograr destruirlo.
Máximo parece no ceder nunca a ese sentimiento. Actúa como un semidiós mitológico. Aunque sea imposible, lo intenta. La historia es demasiado asombrosa como para poder creerla, pero indaga en tantas cuestiones, deja abiertas tantas preguntas sobre el sentido de la vida, la gloria, la libertad y la muerte, que nunca puede uno terminar de cerrar alguna respuesta.
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Tras la máscara de hierro |
El esquema
héroe cae - héroe se alza - héroe triunfa pero muere, hace que el film se interne en aspectos por lo general pasados por alto, sin superficialidad. La visión y el mundo del gladiador se muestra con toda su crudeza.
El cinismo tan frecuente de los emperadores aparece aquí como un intento por estudiar
una personalidad psicópata y enferma de soledad. Máximo gana
porque es sano.
Cómodo es enfermo, siente que la única forma de no estar solo
es obligando a serle fiel a través del miedo porque se siente incapaz de conseguir aprecio. Se encuentra cercado.
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Megalomanía y cinismo |
Remite al mito bíblico de Abel y de Caín. Sólo que esta vez
la mujer deseada (
Lucila, su propia hermana)
también ama a Abel, y que
Caín mata antes a su propio padre (un Jehová anciano y sabio).
Cómodo procura el
incesto porque no cree en otra mujer (en realidad tuvo esposa). Se encierra en su estrecho círculo, aquél que lo ha traumatizado. Como queriendo resolver una cuestión pendiente, el menosprecio de su familia original.
No confía en nadie. Cree que podrá forzar a
Lucila, pero los hechos se precipitan cuando descubre que ella también conspira contra él porque vive aterrorizada. Porque sabe que matará a su hijo, el heredero legítimo al trono, tarde o temprano. Para él la vida es pavorosa. Lo colocó en un lugar apetecible pero
no tiene los dones necesarios para merecer ese privilegio.
Le tortura el hecho de no ser lo que debía ser, ya sea por incapacidad o indolencia.
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Tener una progenie de sangre pura |
Al carecer de talento opta por el camino más fácil (
al menos en apariencia). Sostenerse en el poder a costa de los demás. No gobierna el imperio. Es una tarea que sólo un estadista genial y visionario puede acometer. En vez de preocuparse por el bien común y tomar decisiones importantes, utiliza la corrupción, el espectáculo de la muerte y el crimen para continuar.
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Esplendor imperial de un sueño |
En cambio
Máximo está dotado de todas las virtudes, lo cual le provoca una
espantosa envidia. Máximo encuentra en la vida vivencias maravillosas que Cómodo nunca logrará, y que ha sabido vivir, aunque no las recupere nunca, aunque su enemigo se las haya quitado. Sabe que el que juega limpio y da el ejemplo, se gana el respeto. El pueblo le arroja pétalos de rosas en el combate final.
Su conciencia está tranquila, no lo tortura nada porque no pretende el poder absoluto. No adolece de esa obsesión enfermiza e irrealizable. Hizo lo que deseaba de acuerdo a sus convicciones y quiere volver a una vida modesta y sencilla, en la que era feliz.
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Reúnete con ellos, Máximo |
Cómodo no despierta confianza porque nadie se siente a salvo de él. Poco a poco, va perdiendo a todos sus aliados. El
Coliseo lo expone demasiado.
Ahí todos ven lo que es y nadie lo aclama. En el duelo ya no podrá recurrir a
l juego sucio porque todos lo están observando. El gladiador ya no es alguien anodino. Si apuñaló a Máximo en la espalda, lo hizo a escondidas. Quizás el odio de Cómodo nazca de un profundo odio hacia sí mismo al no ser lo que esperaban de él.
Las secuelas
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Un Alexander para Hollywood |
Le sucedieron secuelas no tan buenas como
Troya
(2004) con
Brad Pitt y Alexander (2004) de
Oliver
Stone con Colin Farrell y Jared Leto, éste último como el amante masculino
Hefestión de
Alejandro Magno, aunque no se caracterizó al personaje de una forma que resultase convincente. Es un
Alejandro refinado y tranquilo, que pone de relieve lo sentimental, cuando en realidad era sanguinario, dado a los excesos, culto pero despiadado.
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Troya - Leyenda y sensualidad |
Y sobre todo,
300
(2007) de
Zack Snyder sobre los
trescientos espartanos dirigidos por el
rey Leónidas (
Gerard Butler), que enfrentan al ejército persa de Jerjes
de un millón de soldados en el desfiladero de las
Termópilas. En ésta ya aparecían
criaturas
fantásticas, basadas en un cómic con un resultado visual único. Se mezcla
así aun más la mitología con la historia. La enorme cantidad de siglos pasados y la falta de documentación permite toda clase de fabulaciones y mitos.
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300 - ¿Ni se teme la muerte? |
La tendencia tuvo su continuación en las
series televisivas, como
Spartacus emitida por la
cadena Starz, que lleva
ya 3 temporadas. Por no hablar de
Furia
de Titanes (2010 -2012), que ya cae de lleno dentro de la
mitología. En este caso es el mito griego de
Perseo encarnado por
Sam Worthington para
rescatar a
Zeus del Infierno.
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Spartacus de la serie actual
Lyc McIntyre |
Historia del peplum
Este género había tenido ya dos
épocas de esplendor. Primero durante el cine mudo, donde mediante el despliegue
de masas y el aprendizaje del uso de la amplitud del espacio, pudieron filmarse las
primeras epopeyas de la Antigüedad, para ganarse al público, y entonces dejase de pensar que el cine era sólo para barracas de feria.
Sobresalen los diseños vanguardistas, más revolucionarios que los de ahora. Sobre todo en Italia, a partir de 1914 con
Cabiria, (hay una revolución artística en Europa, que estallará con toda su fuerza después de la Primera Guerra Mundial).
La iniciativa despierta interés en Hollywood.
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Cabiria - Templo vanguardista de principios del siglo XX |
Al aparecer el sonoro, lo
adormecerían las dificultades técnicas, pero volvería a renacer de manos del
fascismo que lo utilizaría como propaganda política, pretendiendo que el
régimen emulara la grandeza de la Roma Imperial.
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Mussolini - Altanero y desaforado |
Justamente
Mussolini construyó
los estudios de
Cinecittá en 1937 para competir con su gran rival norteamericano. Además, al fascismo siempre le interesó impresionar
al pueblo con el
culto al guerrero y al cuerpo perfecto propio del arte grecolatino clásico. En tanto que el
nazismo, pregonaba la superioridad racial aria.
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Steve Reeves
Perfección física, pero de madera |
En la posguerra, para hacerle
frente a la
televisión, con técnicas panorámicas y color, Hollywood aprovecharía las ventajas de las liras baratas en Italia para co-producir segundas versiones de sus clásicos mudos. Tanto en
Los diez mandamientos (1956) como con
Ben-Hur (1959), es imposible dejar de nombrar al recio y
omnipresente
Charlton Heston.
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Ben - Hur es Charlton Heston - El superhéroe mítico |
Estas obras le dan a la muerte un
carácter heroico, de
lucha por la supervivencia en medio de la
peor barbarie. El único consuelo es confiar en otra vida, en un premio
en el más allá. Le da a su gesta un
matiz místico, cuando en realidad
está al servicio de un poder despótico y egoísta.
Morir es la única forma de no seguir padeciendo tanto horror. Siempre los enemigos son considerados
seres de razas inferiores.
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Espartaco (1960) y su lucha imposible por la libertad
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La obra maestra llegaría de manos
de
Stanley
Kubrick (¿de quién, si no?) con
Espartaco (1960), protagonizada por
Kirk
Douglas. Esta impronta comenzaría a mediados de los 50 hasta mediados de los 60, en que el género empezó a mostrar signos de agotamiento. Además,
Hollywood entró en crisis y el cine por géneros se vio obligado a cambiar.
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Liz Taylor es Cleopatra
Soberbia y codiciosa en Hollywood
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Además, los años 60 eran una época de ruptura.
Cleopatra (1963) de
Mankiewickz con
Liz Taylor y
Richard Burton, casi hace quebrar al imperio de la Fox, y es el ejemplo ideal para resaltar el declive de un ciclo, aunque se explotaran
a veces también sentimientos cristianos y religiosos.
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